AUTOBIOGRAFÍA DE LA EDUCACIÓN FÍSICA

A mi, personalmente, siempre me ha apasionado la educación física, o como se conocía en mi cole, "la gimnasia".

Por lo visto, en aquellos tiempos, esta asignatura no se merecía la mención de educación (lamentablemente).

Recuerdo nuestras sesiones en el patio, donde profesores que nada tenían que ver con la asignatura, nos hacían hacer unas veces ejercicios simples, como carrera de velecidad, resistencia, etc.., y otras veces, ejercicios imposibles como saltos a un aparato cnocido como potro donde su altura era inalcanzable y donde la seguridad que rodeaba aquel ejercicio, brillaba por su ausencia.

Recuerdo también  que nos hacían realizar ejercicios sin que nadie se molestase en explicarnos la forma en que debíamos realizarlos para hacerlos de manera correcta, y evitar así lesiones o "accidentes" con otros compañeros.

Todo esto ocurría en primaria, pero en secundaria os aseguro que no fue mucho mejor. Los profesores se limitaban a aexplicar un deporte por evaluación y nos daban un balón para "entretenernos". Fútbol y voleibol eran los deportes rey, evidentemente el fútbol para los chicos y el voleibol para las chicas, y con esta distinción terminaba la implicación de mis profesores en la asignatura.

El sistema de evaluación en primaria era bien sencillo. Habían unas marcas y aprovabas o suspendías si llegabas a ellas, sin tener en cuenta en ningún momento, ni el esfuerzo del niño más gordito en carrera o el del más bajito en altura. Y en secundaria, sencillamente aprovabas.

De todos los profesores de educación física que he tenido a lo largo de mi vida estudiantil, solo uno de ellos se podía considerar como tal. Él mismo practicaba deporte, se cuidaba y se preocupaba para que nos cuidásemos. Le interesaba enseñar y que aprendiésemos en la medida de lo posible, todos los beneficios que nos podía aportar el deporte y disfrutar de la asignatura. Fue mi entrenador de voleibol durante muchos años y le agradezco el esfuerzo y la atención que me brindó durante todo ese tiempo.

El resto de mis profesores, ni siquiera fueron capaces de calzarse las zapatillas ni un solo minuto, para compartir con nosotros parte de la asignaturas que ellos mismos impartían.